Realidad Onírica, inducida del inconciente.

Llega junto al viento,
El recuerdo de un lugar secreto

Un susurro entre espacios ocultos,
una imágen entre otras tantas,
una idea entre otras miles,
una historia sin comienzo, ni clímax ni desenlace;
Sólo un concepto de vagas proporciones.

En un vagón de tren abandonado por el desuso,
dónde la soledad ha dejado su huella,
la herrumbe carcome las superficies y
el frío de las mañanas demacra cada día más sus conjeturas de acero.
Ahí, donde una vez estubimos juntos,
completando un rito que creamos por comodidad,
nos hundimos en una serie de torpes caricias,
ingenuas y ya lejanas, que el trn se llevó,
junto a la presurosa presión compuesta de tiempo.

Cambiamos la inocencia por orgullo,
y la experiencia es otra excusa para la promesa de reeencontrarnos.

Promesa de algo en lo que soñamos un día,
sueños que se confunden con pesadillas,
que avanzan y retorceden y no dan espacio a la compostura.

Quizás es cierto, y no fuimos jamás, nada más que un sueño.